Desde el sillón donde la habían colocado, miró fijamente
a todas aquellas personas que, corriendo de un lado a otro, se marchaban con una
ligera despedida.
No recordaba qué hacía allí, y porqué estaba con
esas personas a las que no conocía.
Miró a un lado y a otro y se reconoció en algunas
fotos que colgaban de la pared, alguien las habría robado de algún sitio, pero
no lograba recordar de dónde, y le pareció inútil cualquier intento de forzar
la memoria.
Cuando se encontró sola por fin, colocó una mano
sobre otra, se relajó y los ojos se fueron cerrando suavemente. Algo se le
estaba olvidando, pero no lo creyó importante porque se encontraba bien, ya
pensaría en ello después.
Se le había olvidado cómo respirar, y en un último
instante de semiconsciencia escuchó que alguien gritaba: ¡mamá!¡ mamá! ¡por
Dios, mamá!
No recordaba tener ninguna hija; no la estaban
llamando a ella, por lo que simplemente se dejó ir.
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