Sientes el crujir de las fibras y las lágrimas
brotan. No las puedes contener, ni esconder. Se deslizan por tus mejillas y
pueden arruinar el mejor maquillaje, aunque en mi caso, eso es difícil.
Identificar si es una fisura o una rotura, es
complicado. Se necesitaría una radiografía. Pero todavía ningún aparato puede fotografiar
el alma ni su complejo entramado de conexiones ligadas al cerebro y al corazón.
El tiempo mostrará cicatrices en el alma que habrán
ido marcando el camino. Correcto o erróneo, da igual, marcado quedó y por él
dirigiste tus pasos.
Hay cosas que, simplemente, no tienen vuelta atrás.
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