Corrían los primeros años del siglo XIII, cuando
la Orden de Alcántara, inicialmente llamada la Orden de los Caballeros de Julián
de Pereiro, defendía la ciudad del ataque de los musulmanes.
A esos años nos han trasladado hoy las palabras
de la guía del Convento de San Benito, en la localidad de Alcántara y la
ilusión de una alcantarina, amiga nuestra y promotora de este viaje.

Como no podía ser de otra
forma, tras pasear por sus calles, disfrutar de sus magníficos paisajes y tomar
algo en la Plaza de Portugal, allí conocida como la “Plaza la Pera”, hemos
continuado hacia el puente, del que ya nos habían dado datos y ensañado sus
planos originales, durante la visita al convento. Verlo en fotos está muy bien.
Hacerlo en persona, es una auténtica maravilla. Además de verlo, puedes pasear
por él y sentir su altura si te atreves a mirar hacia los más de treinta metros
que te separan del agua del Tajo.
Mientras cruzábamos al otro
lado, íbamos calculando en qué punto exactamente se llevaron a cabo las
reconstrucciones que fueron necesarias tras la destrucción parcial de algunas
de sus partes, que se realizaron para la defensa de la ciudad.
Viajar en el tiempo a través de
los libros de historia te enriquece la mente, hacerlo a través de estas visitas,
unidas a las adecuadas palabras de una buena conocedora y la brisa rozándote la
cara mientras pisas las piedras, enriquece el alma.
Si todo esto se guisa con una
buena dosis de risas y la mejor compañía posible, el resultado es un manjar
exquisito.
El punto final del viaje, un
café en la Hospedería y planificar la segunda visita para ver todo aquello que
nos ha quedado pendiente, como el barrio judío, el centro de interpretación… En
fin, esas cosillas, que un día cualquiera te pueden hacer volver.
Muchas gracias Marisa.
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