sábado, 8 de septiembre de 2012

ACTO DE ENTREGA DE LAS MEDALLAS DE EXTREMADURA.


Cinco los galardonados a los que se les ha hecho entrega de las medallas en el acto que, como todos los años, se celebra en la noche previa a la celebración del día de Extremadura en el Teatro Romano de Mérida. Mi más sincera enhorabuena desde aquí a todos ellos.
De celebración pues, estamos hablando, sin duda. Sin embargo, al intentar acceder al recinto, yo, una ciudadanita de a pie, me he sentido como una auténtica delincuente. Es más, tan sólo me ha hecho falta que apareciera mi madre, como me sucedió hace veinticinco años, para sacarme de una manifestación a tirones y empujones, según el momento.
Esta mañana, un amigo que trabaja en un Ayuntamiento, me llamó por cuestiones de trabajo. Al comentarle que pensaba ir esta noche a ver la entrega de medallas, me dijo que tenía un par de invitaciones. Yo decliné el ofrecimiento pues según tenía entendido, y posteriormente me aseguré de ello, que era un acto que se había publicitado como de acceso libre hasta llenar el aforo. Yendo tempranito no habría problemas.
Como el comienzo estaba previsto a las nueve de la noche, decidimos irnos a eso de las ocho y cuarto para tener tiempo y pistear tranquilamente el lugar de acceso, ya que también estaban previstas complicaciones a la entrada por la llegada de diversas manifestaciones pertenecientes a varias plataformas anti-recortes. También me había informado por los periódicos de que el dispositivo policial iba a ser superior a otros años, pero que intentarían que pasara lo más desapercibido posible.
Al intentar acceder al recinto atravesando entre el mogollón de personas que protestaban porque les han quitado el servicio de urgencias de Aldeacentenera, un policía nacional nos para en seco y nos comunica que si no tenemos invitación no podemos entrar. Le comento que el acto era de acceso libre y que no tenemos nada que ver con la manifestación (y desde luego no por falta de ganas, aunque eso no lo dije, claro). El agente insiste y me dice que si fuera de libre acceso ellos no tendrían que estar allí.
Media vuelta y para atrás. El acto se había convertido, en cuestión de un rato, en uno de acceso limitado a quienes llevaran invitación. En ese momento las reclamaciones al maestro armero. Cabreo, impotencia, sensación de gilipollas por no haber aceptado las invitaciones de mi amigo y a ver pasar personal trajeado y de etiqueta invitación en mano.
Los comentarios de todos aquellos que como a mí se les negó el acceso se iban sucediendo: Esto es una vergüenza. Pero si venimos todos los años y nunca ha habido problemas para entrar.¡ Eso!, sólo para los amiguitos del PP. Etc.

Al cabo de un rato hizo acto de presencia el Señor Fernández Vara, quien estando ahora en la oposición, se codeaba y abrazaba, como señal de apoyo, con los manifestantes allí presente, aquellos que años anteriores, debido a sus órdenes, tampoco podían entrar por protestar en temas como la refinería. Ironías de la vida. Eso sí, él y sus acompañantes debían llevar la invitación bien visible porque no tardó más de tres minutos en atravesar la muchedumbre y entrar.
Me recordó al día en que vinieron a actuar Los Chicos del Coro, sólo que en esta ocasión no era cuestión de dinero, sino de contactos.
Y gracias a unos amigos de mi acompañante, después de unos veinte minutos, conseguimos dos invitaciones y con sentimientos de contradicción, atravesamos la aglomeración y el cordón policial. 
Ahí fue cuando pude visualizar la discreción del dispositivo de seguridad. Una valla reforzada rodeaba la entrada del teatro dejando, sin más tránsito que el goteo de personas que accedían al recinto, alrededor de unos 500 metros cuadrados. Discretitos todos ellos.
Me sentí como una artista de cine pisando la alfombra roja para entrar a la Gala de los Oscar, solo que sin alfombra y cambiando los gritos emocionados de los fans por los abucheos, pitidos e insultos de los manifestantes.
Justo en el momento de entrar, un señor que caminaba a mi lado, le decía a su hija en tono de sentencia: “Hija, las elecciones se ganan en las urnas, no en las calles”. ¡Manda cojones! Fue lo único que se me ocurrió en ese instante.
Una vez dentro, el dispositivo sigue su procedimiento. “Señora, abra el bolso por favor.” Fuera botellas de agua y todos aquellos objetos contundentes factibles de ser lanzados. “Si los quiere recuperar estarán en este contenedor, búsquelos a la salida”.
Obviamente, el aforo no se llenó ni por asomo y mucha gente que habría disfrutado del evento como en otras muchas ocasiones se tuvieron que quedar fuera por no tener invitación.

El acto se desarrolló sin más problemas, aunque lo más triste es que de un acto como este del que se debería hablar principalmente de sus protagonistas, al final quedan relegados a un segundo plano por circunstancias variopintas, y valga como ejemplo la edición del periódico digital EL HOY, donde todo lo que se ha mencionado esta noche del acto está relacionado con el discurso del Señor Monago. Yo tenía especial interés en dos de los galardonados y uno de ellos cubrió mis expectativas totalmente mientras que el otro me decepcionó bastante, aunque claro está, son sus palabras y sus sentimientos y eso es cosa suya.
El discurso del Señor Presiente del Gobierno de Extremadura, fue un auténtico mitin de los de período electoral y por supuesto Cataluña volvió a salir a la palestra como todos los años. Sin evaluar mucho el contenido (que por otra parte no tenía desperdicio), me pareció tan fuera de lugar que aproveché para acercarme a beber de mi botella de agua que estaba bajo la custodia de los policías que vigilaban la puerta principal. Muy efectivos en su trabajo, sí señor, allí estaba mi botella.
Al finalizar la cuestión política comenzó el espectáculo. Soul Machine amenizó con mucho ritmo y ganas el resto de la velada. Supo trasmitir al público el entusiasmo por su música y la mayoría de la gente terminó bailando en la zona de orchestra y coreando algunas de las canciones más conocidas.
Un final de cine.  
Feliz día de Extremadura a todos.
(Las fotos corresponden a la edición digital del periódico HOY del 8 de septiembre)

jueves, 6 de septiembre de 2012

ODIO


Hoy te he odiado por las cosas que no has dicho.
Mañana te odiaré por lo que digas y no me guste o me haga daño.
En definitiva, preciso odiarte, porque es el paso previo al sentimiento de indiferencia que necesito sentir para curarme de ti.

martes, 4 de septiembre de 2012

LA POLÍTICA DEL TERROR.


Llega el final de la jornada y el personal comienza a temblar. Llevan días escuchando rumores. Se van a producir despidos. Sonaban campanas sobre los de atención al público, aunque también alguien dijo algo acerca de traslados.
Bueno, dijo uno de ellos, avisarán con tiempo, no hay que preocuparse. Todos los demás lo miraron con asombro e incredulidad ante tanta ignorancia.
Era viernes, y como otros viernes los acontecimientos podían precipitarse en cualquier momento. Ya no sólo había que preocuparse de las decisiones de los viernes del gobierno. Ahora las tenían más cerca y aunque afectados por todas, el efecto de estas podía ser directo e inmediato.
Llego la hora de salir y no hubo novedades. Nadie llamó desde ninguna otra delegación por lo que dedujeron que no había pasado nada. Todos respiraron y pensaron en una semana más por delante. Esfuerzos fuera de sus competencias que les ofreciera la posibilidad de hacerse notar más que los demás para poder mantener el puesto y que el viernes siguiente fuera otro el despedido.
Todo el fin de semana para reducir todos los planes personales a una semana vista. Ahí quedaba toda la perspectiva.
Al llegar al lunes echaron en falta a una persona. Era raro pues nunca llegaba tarde.
A media mañana, cuando alguien se atrevió a preguntar por ella, sólo se escuchó la palabra despedida.
Al parecer fue llamada al despacho del jefe en el último instante, antes de salir, el viernes, donde otra compañera le pagó la última nómina y le dio la carta y el finiquito. Ni siquiera el jefe dio la cara.
Fue entonces cuando llegó la noticia de que un compañero de otra delegación también había sido despedido. A este se lo comunicaron por teléfono.
Al conocimiento de la noticia, todo el mundo agachó la cabeza y comenzó a trabajar con más ahínco, si cabe. Otra semana para temblar.
Sin duda funciona, la política del terror aumenta la productividad y disminuye las quejas.

lunes, 3 de septiembre de 2012

LA VUELTA AL TRABAJO


Mañana vuelvo al trabajo. Se podrían decir infinidad de cosas maravillosas sobre el mundo laboral, sobre las fuerzas recuperadas durante las vacaciones, sobre las maravillosas experiencias vividas y los fantásticos recuerdos obtenidos en estos días, así como de las expectativas de futuro.
Hay para quien el trabajo lo es todo, su forma de vida, su fuente de amigos, el foco de sus pensamientos. Se podría hacer poesía de todo esto.
Sin embargo yo, sin menospreciar lo que tengo, sólo puedo decir que mañana vuelvo a trabajar.