A veces los acontecimientos se agolpan en tal cantidad
e intensad que los hechos acaecidos en la misma semana parece que sucedieron
hace meses.
Menos mal que todavía existen islas que, como los
oasis en el desierto, me proporcionan el oxígeno y la relajación necesaria para
afrontar todo lo que viene.
El martes pasado, y por cuestiones laborales, fue en
Plasencia. Allí tienen su isla. El río Jerte la acaricia a su paso por la
ciudad, delimita su extensión y a mí me hizo compañía. El entorno resultaba muy
agradable, el tiempo acompañaba y mi actitud de relajación y despiste debió ser
muy evidente, porque un viandante, que me conocía, me incitó a que acelerara mi
paso mientras yo contemplaba la altura de los árboles y el grosor de sus
troncos.
Las fotos dan una idea de lo agradable del paseo.
Este sábado fue en Mérida, donde la isla es mi sitio
de paseo habitual y del que no me canso. El Guadiana, el río que con su pausada
corriente, se lleva mis pensamientos. El paseo, que casi siempre lo hacemos de
noche, me proporciona aire fresco, buena charla y compañía, algo de ejercicio,
entrenamiento para otras marchas y sobre todo desconexión. En este caso el
paseo fue de día y con un espléndido sol.
![]() |
¿Compararlas? Imposible. Totalmente distintas en
tamaño, en vegetación, incluso en compañía. Maravillosas las dos, y lo mejor de
ambas es lo que yo me llevo mientras las paseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario